La Calle de la Cabeza, muy próxima a la céntrica plaza de Tirso de Molina, esconde una siniestra leyenda que le da nombre. En la esquina con la plaza de Antón Martín existe una placa de azulejos que no pasa inadvertida. Además del peculiar nombre, en ellos está representada una cabeza cortada, un cuchillo y un carnero degollado. Su historia, basada en una leyenda del siglo XVI, tiene por protagonistas a un rico sacerdote y a su criado portugues. Un sirviente, envidioso y acosado por las deudas, que optó por decapitar a su amo y huir a Portugal con todos los bienes del adinerado cura.
EL AUTOR: ANTONIO CENIZA
©CENIZA777
Comienza en la calle de Jesús y María y termina en la del Ave María.
Se conservan antecedentes de construcciones particulares desde 1674.
LEYENDA— Vivía en esta calle un sacerdote que poseía una regular fortuna, y que fué robado y asesinado por un criado, con tal encarnizamiento, que hubo de separarle la cabeza del tronco; y aquí comienza el hilo de la etimología. Pasaron años, volvió á Madrid el infame servidor, transformado en caballero, y paseándose una mañana por el Rastro, dióle la humorada de comprar una cabeza de carnero que, escondida debajo de la capa, pensaba llevarse á su vivienda, bien ajeno del papel que aquella compra iba á desempeñar momentos después.
(FOTO SUPERIOR: Esquina de las calles Cabeza y Lavapiés, en Madrid)
Marchaba el hombre tranquilo, cuando un alguacil, habiendo advertido un rastro de sangre que nuestro protagonista dejaba tras de sí, se le acercó preguntándole la causa, a lo que el interpelado respondió presentando la cabeza de carnero. Pero ¡cuál fué su asombro al encontrarse que ésta se había convertido en la
del sacerdote asesinado! El criado, según se acostumbra en este género de leyendas, confesó su crimen, y se arrepintió, aunque algo tarde, porque los alcaldes de Casa y Corte le condenaron a muerte y la sufrió en la Plaza Mayor, siendo enterrado en el atrio de la parroquia de San Miguel de los Octoes.
Felipe III mandó poner una cabeza de piedra en la fachada de la casa, como recuerdo de tan extraño suceso.
Pero la calle Cabeza es pródiga en memorias tristes y tiene otra historia macabra detrás, aunque esta no contiene ni un ápice de fantasía. Tal como cuenta Mesonero Romanos, el gran cronista madrileño, en el número 16 estuvo desde el siglo XVIII la cárcel de la Inquisión, conocida como la de la Corona. Una cárcel en la que se torturaba a los desdichados herejes de la Iglesia y donde decenas de hombres padecieron infinidad de calamidades.
(FOTO SUPERIOR: Restos de la histórica cárcel de Lavapiés perviven en la calle Cabeza)
(FOTO SUPERIOR: Celda de la antigua prisión de la Corona, en la calle Cabeza de Lavapiés)
En lo que fue un antiguo centro de tortura hoy se encuentra el apacible Centro de Mayores Antón Martín, donde no se oyen los alaridos de los presos sino el alegre eco de las fichas de dominó. El personal de Recepción abre el sótano a quien lo pida y allí todavía pueden verse en todo su esplendor las temibles celdas.
(FOTO SUPERIOR: Puerta del inmueble que albergó la cárcel de la Inquisición, hoy un centro para personas mayores)
FDO: ANTONIO CENIZA
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